Ying Tang y su hija Sandra Manrique, propietarias del restaurante Chifa Tang, y miembros del programa Food Club de CAINCO, nos cuentan la historia de este restaurante que llevan adelante desde hace 28 años y que es el resultado del arduo trabajo del primer Tang que llegó al país.

Ying Tang, o Betty como le dicen sus conocidos, recibe a E&D con una amplia sonrisa y un saludo efusivo desde su espacio detrás de recepción. Luego nos contará que en la cultura china, y especialmente como costumbre de su familia, es muy importante y casi una norma que se sigue fielmente, que el dueño de un negocio atienda personalmente a su clientela.

“El primer restaurante Tang lo puso mi papá, en 1968”, empieza a contarnos, recordando que fue a sus doce años que llegó al país con su familia después de un largo viaje en barco, en una travesía que duró más de un mes y medio.

Hing Tang, el padre de Ying, inicialmente pensaba migrar a Brasil, pero alguien le había dicho que en Bolivia encontraría tierra virgen, con grandes granjas con animales y sembradíos, donde podría hacer su trabajo tal como lo hacía en su país, donde cocinaba para los militares chinos. Fue así que la familia Tang llegó a Santa Cruz, una pequeña ciudad donde aún no existían las losetas, y donde los pocos autos que había y las carretas jaladas por bueyes se abrían espacio entre las calles de puro barro. El paisaje, por supuesto, contrastaba fuertemente con su Hong Kong dejado atrás, que en ese entonces era ya una ciudad muy desarrollada y con mucha tecnología.

En Santa Cruz había mucho por hacer. Por ello, en 1968 decidió seguir dedicándose a la cocina y abrir su restaurante en la calle 21 de Mayo, a lado del que fue el cine Santa Cruz. Lo llamó Dragón de Oro.

La labor de la cocina se la enseñó a sus hijos y hoy cuatro de los nueve que tuvo siguen sus pasos con sus propios restaurantes: Mandarín, Palacio del Dragón, Shanghai y Tang.

El restaurante Tang abrió hace 28 años, en marzo de 1990, y mantiene el nombre de la familia. Hoy llevan la batuta de este restaurante Ying Tang junto a sus hijos Héctor Hing, Héctor Rómulo y Sandra Manrique; esta última también asume la administración de los espacios de comida rápida Tang Express a pesar de residir en Chile.

Y es ella precisamente quien nos comenta un poco más sobre lo que implica llevar adelante hoy en día esta herencia familiar, en una Santa Cruz a la que nada le queda de aquella que conoció su abuelo al emigrar de China.

“Al principio por supuesto no había tanta competencia como ahora. Si bien la familia resultaba una competencia, en general éramos los primeros restaurantes chinos acá, entonces todo era más familiar”, comenta Sandra al explicar que hasta hace unos años se manejaba todo de otra forma, incluyendo lo económico.

“Antes esto era mucho más elegante, más formal, con los pisos cubiertos de alfombras, cortinas de tela y asientos más clásicos. Pero resulta que había familias que venían con sus niños, y los niños por supuesto ensucian más, por eso decidimos hacer un cambio drástico: sacar las alfombras y poner azulejos, porque de otra forma el mantenimiento era muy difícil, ya que tener todo limpio de la noche a la mañana, sin olor a humedad, era muy complicado. Entonces ahora es un restaurante familiar”, cuenta.

 

¿Cómo es el cruceño como cliente? ¿Cuáles son sus exigencias?

Al cruceño le gusta la comida con sabor. Por eso, nuestra comida china se ha transformado. Es decir que, en realidad, la comida china es muy diferente a la comida nuestra, porque justamente al cruceño le gusta la comida con sabor, con más aliño. Tanto así que, si hacemos una comida al estilo chino de verdad, nuestra clientela sería diferente, podríamos no tener tanta clientela como la tenemos ahora o que ésta sea más asiática, es decir más chinos.

Es así que en Tang tuvimos que optar por hacer algunos cambios en el sabor, adaptándonos, de acuerdo a la respuesta que fuimos teniendo de la clientela. Esto también pasa en los restaurantes de mis tíos. En el caso de que tengamos alguna actividad de la comunidad china, la comida es diferente, son definitivamente otro estilo de platos.

Hoy llevan la batuta de este restaurante Ying Tang junto a sus hijos Héctor Hing, Héctor Rómulo y Sandra Manrique.

El rubro gastronómico es uno de los más competitivos en Santa Cruz, ¿cómo encara este desafío el restaurante Tang?

Para eso optamos por desarrollar la idea de la comida rápida express. Aprovechamos cuando se abrieron los centros comerciales más grandes, como es el caso del Ventura Mall y Las Brisas, para dar el paso.

Sí hemos tenido propuestas de abrir en patios de comidas de malls más pequeños y de supermercados, pero teníamos la duda: ¿nos va a ir bien o nos va a ir mal? Una pregunta que uno siempre se hace sobre el riesgo. Y lo mejor es arriesgarse para saber si te va a ir bien o no. Si te fue mal, perfecto, pero por lo menos trataste, porque si no lo intentas te vas a quedar con la duda.

En este caso se abrió primero en el Ventura Mall, y se llamó Tang Express. Era una forma de innovar. Hay personas a las que les gusta su plato bien servido en la mesa, como se trabaja acá en el restaurante, pero también hay personas a las que les gusta comer dentro de un mall y a la rápida. Así que ahora tenemos esas dos opciones. Ahora tenemos Tang Express en el Ventura y en Las Brisas, y estamos con el proyecto de abrir un tercero.

De esta forma estamos tratando de innovar porque mal que mal hay más competencia y más restaurantes chinos que están empezando a abrir.

 

Según su experiencia ¿cuáles son los factores más relevantes que se deben tomar en cuenta para llevar adelante un negocio en el sector gastronómico?

Antes que nada, se debe hacer un estudio de mercado y de los alrededores, para saber qué competencia se va a tener y cuál es el punto estratégico en la localización que va a estar. Por ejemplo, en nuestro caso, sabemos que en la zona sur no hay restaurantes chinos, entonces al abrir allá no tendríamos competencia y así abarcaríamos a toda la gente de ese lado. Es importante siempre hacer un estudio, analizar los alrededores, ver quiénes van a ser tus clientes.

En segundo lugar, hay que tener las ganas. Por nuestro lado, somos nosotros los que atendemos personalmente porque es una costumbre china que el propietario o dueño es quien atiende a la clientela. Al cliente le gusta llegar a un restaurante y ver al dueño, y que el dueño le pregunte “¿cómo está su comida?”, así es mucho más personalizado. Y eso es lo que al cruceño le gusta.

Luego, el trabajo en equipo es primordial.

 

¿Cuál es su evaluación del programa Food Club?

Es positiva. Porque a los participantes a actualizarse en temas empresariales, desde lo más sencillo. Por ejemplo, hay ayuda a resolver dudas en cuanto a fiscalizaciones, normas y leyes que se deben seguir, esto nos ayuda bastante para estar bien actualizados.

Después, da la posibilidad de participar en rueda de negocios, donde se puede ampliar la base de contacto y conocer nuevas opciones de proveedores para no estar estancados en lo mismo siempre. Y la posibilidad de innovar, de crecer y hacer franquicias, que es algo que también estamos queriendo realizar.

 

¿Cuáles son sus proyecciones a mediano o largo plazo?

Expandirnos departamentalmente. Ahora solo estamos en Santa Cruz, pero hay provincias como Warnes que están queriendo que nosotros vayamos. Por otro lado, La Paz, Cochabamba y Tarija también nos han pedido presencia. Y posiblemente, más adelante, yo pueda abrir también un restaurante en Chile. Entonces, tenemos proyecciones de crecer fuera de Santa Cruz.

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