Este artículo del Centro Boliviano de Estudios Económicos CEBEC considera el rol de la mediterraneidad en el desarrollo boliviano, así como las alternativas que tiene Bolivia al respecto para mitigar sus efectos adversos, una de las cuales radica en la esencia misma del espíritu cruceño.

El pasado 1 de octubre de este mes la Corte Internacional de la Haya determinó en un fallo inapelable que Chile no tiene la obligación jurídica de negociar una salida soberana al océano Pacífico. Frente a ello, surgieron diversas reacciones en ambos países, como opiniones de diverso tipo.

El fallo también despertó el interés mediático en la mediterraneidad y sus efectos. De hecho, la prestigiosa compañía británica BBC realizó una entrevista a Mussie Delelegn, jefe de la Sección de Países en Desarrollo sin Litoral de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). El funcionario indicó que la desventaja geográfica de la mediterraneidad implicaba costos de comercio más altos entre 30% y 40%.

El presente artículo reflexiona sobre el tema de la mediterraneidad en general, para luego enfocarse en el caso específico del país y algunas alternativas para mitigar los problemas derivados de la falta de acceso soberano al océano.

 

Los costos de la mediterraneidad

En los ámbitos de análisis del crecimiento económico que toman bases de datos de varios años y países (denominados paneles de datos), varios estudios incluyen la mediterraneidad como uno de los determinantes del desarrollo, lo cual no es rechazado por las herramientas estadísticas; vale decir, sugieren que la mediterraneidad sí afectaría al desarrollo de los países.

Un estudio del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los países menos desarrollados, países mediterráneos e islas pequeñas titulado La economía del desarrollo de la mediterraneidad: Entendiendo los costos del desarrollo de ser mediterráneo y publicado en 2013, señala que los países emergentes mediterráneos alcanzan un desarrollo 20% más bajo que aquellos también emergentes que no lo son.

Lo interesante del ejercicio anterior es que se comparan países similares. Vale decir, no se cae en el error de comparar un país desarrollado y mediterráneo como Suiza con otro en desarrollo y mediterráneo, porque corresponde a dos estructuras económicas diferentes. Por el contrario, se comparan países similares en cuanto a las características generales, con la excepción de la mediterraneidad.

Desde la academia también existen contribuciones al respecto. Por ejemplo, el elaborado por el profesor de la Universidad Nacional Australiana Ramesh Paudel con el sugerente título “Crecimiento económico en países en desarrollo: ¿La mediterraneidad predestina?” publicado en la revista Economic Papers en 2014.

En el mismo encuentra que la falta de acceso marítimo implica menor crecimiento económico, aunque la magnitud calculada varía dependiendo del tipo de análisis estadístico que se utilice. No obstante, el académico también encuentra que este efecto negativo puede mitigarse con infraestructura, orientación hacia el exterior y buena gobernanza.

En síntesis, estudios realizados de forma independiente determinan que existen costos de mediterraneidad en el comercio exterior y, por ende, en el crecimiento económico.

 

Bolivia, Santa Cruz y el mar

Desde fines del siglo XIX, Bolivia es mediterránea, a raíz de la Guerra del Pacífico o del Guano y Salitre. De las pérdidas territoriales ha sido la más significativa y sentida, por el encierro y lo que ha implicado para el país.

La pérdida del Litoral fue también sentida en Santa Cruz. Como lo dice el historiador Alcides Parejas en Historia de los cruceños, el departamento contribuyó a la causa nacional con el escuadrón “Velasco” de trescientas personas, pese a que durante el reclutamiento se exceptuó a Santa Cruz y Beni de este requisito. El fervor patriota pudo más y una representación de nuestro departamento también estuvo en la defensa del Litoral.

Respecto a los costos de la mediterraneidad, para el caso específico del país, un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) denominado “Estudio Preliminar del Transporte de los Productos de Comercio Exterior de los Países Sin Litoral de Sudamérica” y presentado en 2003, estimó que el costo a través del comercio exterior se encontraba en torno a 0,44% del PIB, lo cual representa entre 150 y 200 millones de dólares estadounidenses.

Frente a este aspecto, a continuación, revisamos dos alternativas para mitigar estos costos y mejorar la conectividad boliviana con el resto del mundo por la vía marítima

 

La opción histórica por el Atlántico

Frente al panorama desalentador de encierro, la intelectualidad cruceña representada por la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz, emitió una proclama a la nación, no sólo expresando su molestia por la pérdida experimentada, sino también brindando una propuesta de solución a semejante perjuicio, además de una visión de desarrollo. El documento escrito por Plácido Molina, José Benjamín Burela y Cristian Suárez Arana, es conocido como el “Memorándum de 1904” y dice en una de sus secciones lo siguiente:

“Comprendemos que esta situación insoportable de vasallaje comercial, (sic) sea la resultante impuesta por la fatalidad de los acontecimientos internacionales desfavorables a Bolivia. Pero no llegamos a comprender por qué los gobiernos, desde la pérdida del litoral, no facilitaron la única salida natural que le quedaba a Bolivia: el Atlántico por la vía del río Paraguay. Si así lo hubieran efectuado, no estaría hoy la Nación tan exangüe [desfallecida], porque es indudable que una vez establecidas las corrientes comerciales por el Plata, libres de todo tutelaje, habrían compensado ventajosamente a las que se acababan de perder por el Pacífico y contrarrestado las condiciones onerosas impuestas por el vencedor al comercio de Bolivia.”

Es decir, no sólo lamentaba y deploraba la privación, sino que señalaba que la forma de contrarrestar era saliendo hacia el Atlántico. Además, el documento incluía como punto central la propuesta de mejorar la comunicación entre Oriente y Occidente con una vía de ferrocarril, el medio más representativo de la época.

Esa visión está hoy encarnada en la consolidación del Sistema Portuario Boliviano, conformado al presente por los puertos Aguirre, Gravetal y Jenneffer, y en un futuro cercano con Puerto Busch.

Esta alternativa es claramente ventajosa para el país, puesto que ahorraría entre 13% y 14% el costo del comercio exterior, lo cual significaría implícitamente una ganancia de competitividad para las empresas exportadoras e importadoras. El cuadro adjunto muestra los resultados de un estudio de costos efectuado por CEBEC tomando cuatro orígenes representativos.

La hoja de ruta de este proyecto tiene algunos hitos que deben completarse para una integración exitosa mediante el Atlántico. El primero es el de promover que feeders o barcazas de contenedores puedan circular por la hidrovía, para lo cual es importante que las exportaciones bolivianas que pueden hacerse en contenedores se dirijan por este medio, dado que eso activaría inmediatamente la abundante carga de entrada.

El segundo es la construcción de la infraestructura ferroviaria y portuaria y logística en Puerto Busch, que permitiría potenciar la salida al Atlántico, el espacio geográfico en el cual se desarrolla el 60% del comercio marítimo internacional.

Incluso la construcción de infraestructura va en línea con lo señalado en el texto de 1904: “El error de los pactos internacionales, debido corregirse mediante un plan de vialidad …”.

 

Al Pacífico con diplomacia, cortesía y perseverancia

Desde hace un siglo, nuestro país ha acudido a instancias internacionales para o revocar lo establecido en el Tratado de 1904 o para tener negociaciones que puedan resultar en un acceso soberano al Pacífico.

En efecto, en 1920 el país presentó a la Sociedad de Naciones, la precursora de la Organización de las Naciones Unidas, una moción para la revisión del Tratado de Paz y Amistad de 1904, puesto que, según la moción de la legación diplomática de esa época, fue impuesto a la fuerza y generaba costos por la posición mediterránea. La Comisión de “Tres expertos” encargada para el análisis de esta solicitud, rechazó la moción presentada por Bolivia.

Frente a ello, Bolivia entabló en repetidas ocasiones el diálogo con Chile para promover que nuestro país pueda retornar de forma soberana al Pacífico, destacándose las de 1950, de 1975 y la más reciente de los “13 puntos” de 2006.

En el fallo reciente, la Corte Internacional de Justicia estableció que cada una de ellas independientemente no implicaba alguna obligación legal de negociar dada la redacción de sus declaraciones y su contenido. De igual forma, señaló que las sucesivas declaraciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) tampoco implicaban esta obligación. Y que la acumulación de todas estas intenciones y declaraciones tampoco no implicaba este deber.

Es interesante notar que el dictamen de la Haya señala en su punto 176 lo siguiente “Sin embargo, los hallazgos de la Corte no deben entenderse como que impiden a las Partes de continuar su diálogo e intercambios, en un espíritu de buena vecindad, para abordar los problemas relacionados con la situación de mediterraneidad de Bolivia, cuya solución ambos han reconocido como una cuestión de interés mutuo. Con la voluntad de las Partes, se pueden llevar a cabo negociaciones significativas.” (Traducción libre, el resaltado es propio)

Por tanto, queda la vía diplomática y del diálogo. Es retomar de una manera renovada lo que se denominó como la “diplomacia de los pueblos”. Aquella que reconoce que tanto bolivianos y chilenos estamos en la aventura del desarrollo económico, en la búsqueda de mejores condiciones para las generaciones futuras, en la exploración de las alternativas que nos hagan competitivos en el siglo actual.

También va por la ruta natural de las relaciones económicas mutuamente beneficiosas. El norte chileno es un destino natural para el turismo boliviano como lo es para operaciones logísticas de comercio exterior, en especial de operaciones cuya ruta natural son los puertos del Pacífico como los productos minerales del Sudoeste del país.

Eso también va por el cumplimiento oportuno y adecuado no sólo de lo estipulado en el Tratado de 1904, sino por la facilitación al comercio exterior boliviano. Los cálculos hechos por CEBEC muestran que las interrupciones al comercio exterior derivadas de conflictos internos en la Aduana de Chile habrían implicado una pérdida de más de 300 millones de dólares a la economía boliviana entre 2013 y mediados de 2017, como lo muestra el cuadro adjunto.

Esta vía también requiere procurar la simpatía chilena e internacional. El exsecretario de la Organización de Estados Americanos (OEA) y excanciller de Chile, José Miguel Insulsa, declaró en una ocasión en la televisión chilena que varias personalidades se acercaban para señalarle que, a pesar de entender los argumentos jurídicos de Chile, veían con agrado la posibilidad de dar acceso a Bolivia.

Con este ejemplo, este ex – dignatario del Estado vecino argumentaba que la causa boliviana captaba la simpatía de dignatarios y representantes de organismos internacionales, pese a los argumentos jurídicos y de derecho internacional público apuntaban a la validez del Tratado de 1904.

Este fenómeno también explicaría por qué diversas personalidades mundiales a lo largo de la historia han señalado su interés y preocupación por la causa boliviana, que van desde varios presidentes, personalidades internacionales, intelectuales, entre otros.

Incluso el destacado historiador Mariano Baptista Gumucio documenta en su libro Chile – Bolivia. La Agenda Inconclusa opiniones de diversos ciudadanos conocidos de Chile, que muestran la predisposición a mejorar la cualidad marítima boliviana en el Pacífico.

Por tanto, la vía del diálogo y de la diplomacia, aspecto que incluso se reconoce en los ámbitos chilenos. Por ejemplo, Guillermo Lagos Carmona en su libro Historia de las Fronteras de Chile. Los Tratados de Límites con Bolivia indica que “La vía correspondiente es el canal diplomático y el diálogo es con Chile y Perú […] La hermosa página del Derecho internacional del futuro en esta parte de nuestra América se escribirá, pero es previo contribuir con los elementos que permitirán que en el porvenir se lea.”

 

Un momento para reflexionar

El fallo de la Corte ha señalado de forma contundente que, apegándonos estrictamente a lo jurídico, la aspiración boliviana debe optar por la vía del diálogo y la diplomacia. Implícitamente reconoce que las diversas manifestaciones de apoyo a la causa marítima han sido útiles para promover un marco de acompañamiento a estas intenciones, pero no implican un compromiso legal.

Es hora de hacer una pausa y repensar de forma estratégica cómo mejorar la conectividad por vía marítima del país, con un enfoque que preserve la esencia de los valores del país como también con el realismo del caso. En ambos países requiere de una reflexión calma y serena.

Existe la necesidad de trabajar conjuntamente entre ambos países en aspectos urgentes como el contrabando y el narcotráfico, para lo cual se debe trabajar en la restauración paulatina de amistad.

La restauración de lazos y la necesaria confianza para abordar el tema marítimo por el Pacífico también va por reconocer que los pueblos hacen diplomacia en el diario vivir. Desde turistas de ambos países hasta emprendedores que de forma legal trabajan coordinadamente en ambos lados crean lazos cotidianos de amistad, sin perder o dejar de lado su apego institucional.

En lo práctico, implicará ver cómo reducir los costos de la mediterraneidad por ambos océanos y tomar seriamente las acciones al respecto. En lo diplomático, comprenderá plantear la forma de tener un diálogo sincero que ponga fin a este tema sensible enraizado en el corazón boliviano.

Cabe destacar que esta opción de diálogo y paz va fundamentalmente en el tenor de la Constitución Política cuando apunta a la forma en la cual debe darse esta salida: “[L]a solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos…” (el resaltado es propio).

De esa forma, el corazón de Sudamérica podrá tener sus venas y arterias fluyendo naturalmente por diversas latitudes, “para crecer juntos [Bolivia y Chile] en la prosperidad, y juntos en el respeto al Derecho”, como lo señaló Daniel Sánchez Bustamante, un estudioso del siglo pasado sobre Bolivia y su relación con el océano Pacífico.

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