Sin lugar a dudas la emergencia provocada por el Covid – 19 es una de las crisis más grandes de todos los tiempos. Ha sacudido todo nuestro sistema social, ha perturbado y sigue perturbando muchos sectores de la economía. La automatización del trabajo combinada con la fuerte recesión global ha hecho que muchas personas pierdan su fuente de empleo a un paso acelerado comparado con años anteriores.

Un estudio del Foro Económico Mundial de 2020 afirma que para el año 2025, se espera que se eliminen 85 millones de puestos de trabajo. Para que se tome la real magnitud de esta cifra: representa más de siete Bolivias enteras en términos poblacionales que serán excluidas del mundo laboral. Si a esto le sumamos el efecto multiplicador que tiene sobre la economía la pérdida de un empleo, el nivel de riesgo asumido es muy alto. El mismo estudio determina, que para el mismo año 2025, se están visualizando 97 millones de nuevas oportunidades de creación de puestos de trabajo. Sin lugar a dudas es una gran noticia ya que se avecinan una gran cantidad de posibilidades futuras.

Una manera simplista de visualizar ésta realidad, es asumir que las 85 millones de personas terminan ocupando parte de los 97 millones de puestos nuevos y queda un saldo positivo de 12 millones de empleos. Abordarlo de esa manera es un error, ya que la conexión entre ambas cifras no es directamente proporcional. Muchas personas que van a perder sus empleos no tienen las capacidades, habilidades, destrezas y competencias para poder desempeñarse en estas nuevas oportunidades que se van a presentar. De otro lado, se da una dicotomía muy grande, ya que existe mucha gente sin trabajo o en búsqueda activa y sin embargo gran cantidad de empresas conservan muchas posiciones abiertas sin encontrar candidatos idóneos.

Un trabajador promedio que desarrolla actividades algo especializadas, con tareas más o menos repetitivas, manejando algunos datos y con un sueldo tipo medio será fácilmente sustituible por una maquina o un robot, quien hace exactamente el mismo trabajo de manera más eficiente. Lo anterior no es nada nuevo; ya en el año 2013, dos investigadores de la Universidad de Oxford crearon un algoritmo que predice el grado de facilidad en el que una profesión será reemplazada por la tecnología. Profesiones como telemarketers o vendedores, empleados administrativos, operadores, recepcionistas y camareros, cocineros y conserjes son las que llevan la delantera.

De otro lado los grupos de profesiones clave con perspectivas emergentes están relacionados a datos e inteligencia artificial, economía del cuidado, economía verde, ingeniería e informática, personas y cultura, desarrollo de nuevos productos, ventas, marketing y contenido entre otras. Todo esto hará que las competencias clave que poseen los trabajadores deban actualizarse en torno a variables como la resolución de problemas, autogestión, trabajo con personas y uso de la tecnología.

Evidentemente se debe trabajar y estar preparados para enfrentar todos estos retos a través de la adopción de una postura digital positiva de transformación y proyección de futuro.

Quien mire hacia atrás y afirme que el pasado era mejor o que las cosas siempre se hicieron de una determinada manera quedará anclado irremediablemente en su pasado.  Quien mire hacia adelante, abrace la tecnología, con una actitud de humildad, curiosidad y de asombro por lo que esta por venir tendrá mas posibilidades de convertir ésta crisis global en una oportunidad única para hacer una transición hacia un futuro de empleos inclusivo, justo y sostenible.

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