Por Juan Oliva Maya, CEO Fundador de GreenCloud

COVID-19 ha dejado claro al mundo de que existen algunos tipos de crisis que cruzan fronteras afectando la vida de todos, pero sobre todo la normalidad económica a la que estamos acostumbrados como ciudadanos del mundo.

La realidad es que aún son muy pocas las personas y organizaciones que conocen a profundidad las causas y efectos de la Crisis Climática, sus riesgos, y sobre que podemos hacer para reducir la contaminación que diariamente está aumentando la temperatura de nuestro planeta.

Es difícil proponer soluciones cuando no conocemos todas las dimensiones de un problema.

Antes del 2020, si como empresarios nos platicaban de sostenibilidad, o más precisamente de hacer algo por la descarbonización, era común pensar que algún socio ó colaborador “ultra ambientalista” de la compañía estaba queriendo salvar apasionadamente al mundo, y lo que reveló la crisis sanitaria de COVID-19, es que en gran parte tenían razón.

Algunos economistas creen que estamos entrando a una época de grandes cambios, otros a un gran cambio de época, pero es la realidad y la incertidumbre lo que realmente nos está obligando a actuar conjuntamente para reconciliar la producción de la economía con las bondades de la naturaleza, y donde el nivel de consciencia detrás del consumo deberá transformarse para inclinar al mercado hacia un nuevo modelo de desarrollo que no comprometa el bienestar de nuestro medio ambiente.

Más aún, que pronto seremos 9 billones de seres humanos sobre la faz de la tierra.

Esto es evidente, ahora en 2022, estamos observando como los gobiernos de Europa, o bien, el nuevo gobierno de los Estados Unidos de América, le están dando mayor importancia y dirección a la materia de Crisis Climática en términos de mitigación y adaptación al Cambio Climático; es notable como múltiples corporaciones, instituciones líderes y hasta PYMEs alrededor del mundo están demandando cada día más profesionales expertos en temas de sostenibilidad para poder ser competitivos abordando pragmáticamente la Acción por el Clima (ODS Nº 13) mediante sus estrategias de ESG (Ambiente, Sociedad y Gobernanza corporativa por sus siglas en inglés) buscando así, desarrollar economías productivas de menor impacto y más resilientes ante la amenaza de cualquier fenómeno externo.

Para comprender el abordaje de la lucha contra las causas y efectos del Cambio Climático, debemos tener claro los conceptos de mitigación y adaptación al problema.

En facilito, la mitigación tiene como objetivo intentar frenar las causas visibles del calentamiento global mediante la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) de origen antropogénico, mientras que la adaptación lo que plantea es diseñar estrategias que minimicen los efectos de la Crisis Climática sobre el bienestar social y financiero de las diversas economías productivas del mundo.

Una forma concreta de llevar la acción climática a los ambientes productivos y de contribuir con la descarbonización de la economía, es implementando un proceso de Carbono Neutralidad a nivel organizacional, incorporando ciencia y tecnología.

La Carbono Neutralidad es una estrategia de eco-eficiencia que permite que cualquier organización, indistintamente de su dimensión, ubicación o actividad económica, internalice el hábito de medir, reducir y compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero producto de sus operaciones y actividades relacionadas con su cadena de valor.

En Costa Rica, por ejemplo, la Carbono Neutralidad se ha convertido en un programa referente a nivel internacional del Gobierno y su Dirección de Cambio Climático, el cual pretende descarbonizar la economía involucrando a las instituciones públicas, al sector privado (MIPYMES y corporaciones) y a la ciudadanía en general. Lo hacen gestionando un programa desde el liderazgo institucional, pero siendo inclusivos a la hora de retroalimentar el programa con el sector privado, lo cual ha sido un ingrediente clave para lograr que la estrategia nacional de descarbonización sea aún más impactante.

A la fecha hay cientos de empresas involucradas con este programa de manera voluntaria y generando resultados que son dignos de multiplicarse.

Ahora, ¿cómo se implementa esto de la Carbono Neutralidad en la organización o en mis procesos?

Para explorar la Carbono Neutralidad es fundamental conformar un comité interno de trabajo que se haga responsable del proceso, y guiarse por metodologías y normas internacionales como ISO 14064-1, GHG Protocol e IPCC, o bien normas locales como la INTE B5 de Costa Rica, que integralmente, permiten que cualquier organización pueda gestionar sus emisiones de manera confiable, trazable, efectiva y sostenible en el tiempo.

Procesos que, por ejemplo, demandan combustibles fósiles, provocan fugas de gases refrigerantes, consumen energía eléctrica, generan residuos sólidos y aguas residuales, o bien que implican realizar viajes aéreos o utilizar medios de transporte externos para importar suministros o exportar productos terminados, son algunas de las fuentes comunes de emisión de gases de efecto invernadero dentro de nuestra huella de carbono organizacional.

Las fuentes de emisión a reportar, según los estándares internacionales deben categorizarse como emisiones directas e indirectas significativas según ISO 14064-1, o bien, como emisiones de Alcance I (controladas), II (medianamente controladas) y III (no controladas) según la metodología del Greenhouse Gas Protocol (GHG Protocol); la clasificación en ambos casos varía según el nivel de control que tiene la organización sobre alguna actividad emisora dentro de su cadena productiva.

Por ejemplo, la emisión de dióxido de carbono (CO2) generada por una propia flotilla vehicular se considera como una emisión directa (Alcance I), porque la organización controla la eficiencia de estas operaciones y decide cuando o no hacer un mantenimiento preventivo a sus unidades de transporte, o bien, realizar un cambio que haga más eficiente y menos contaminante algún proceso interno de logística; por otro lado, el consumo de electricidad de alguna red central se la considera como emisión indirecta (Alcance II) debido a que los gases de efecto invernadero relacionados en realidad los emite quien produce y distribuye la energía, y no necesariamente quien la consume. Las fuentes otras indirectas (Alcance III) incluyen a los viajes aéreos que realiza una organización, al envío de residuos a un vertedero municipal, al transporte realizado por algún proveedor con determinada frecuencia, etc.

La forma más habitual de calcular las emisiones por parte de las organizaciones a nivel global, es a partir del uso de factores de emisión previamente estudiados y publicados por organizaciones como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, más conocido como IPCC por sus siglas en inglés.

Por ejemplo, gracias a los estudios del IPCC podemos saber que un litro de gasolina emite aproximadamente 2.23 Kg. de CO2 cada vez que utilizamos un automóvil a combustión, pero también que por cada litro de gasolina que quemamos también se genera otros gases de efecto invernadero, ej. metano (CH4) y óxidos nitrosos (N2O).

Finalmente, a través de un factor de potencial de calentamiento global que compara la radiación de otros gases de efecto invernadero en relación al dióxido de carbono (por ser el más emitido a nivel global) es que logramos dar con la huella de carbono que usualmente se reporta en toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e).

Cualquier acción de mitigación que realice una organización para reducir la huella de carbono de cualquiera de sus procesos internos, es conocida técnicamente como iniciativa de reducción.

Ahora, las organizaciones por sí solas no pueden disminuir todas sus emisiones porque afectarían la productividad de su negocio en múltiples casos, y además, porque todavía se requiere de una profunda y amplia transformación cultural y tecnológica para que esto suceda a mayor escala.

Ante ello, y en línea de alcanzar la Carbono Neutralidad, luego de medir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, y de reducirla en las dimensiones que esto sea posible, la organización puede optar por dos caminos para finalmente compensar su impacto residual:

1. Realizar alguna acción de remoción de emisiones, por ejemplo, bajo la siembra de árboles o protegiendo áreas de bosques naturales que absorben un equivalente al CO2 emitido por la organización.

2. O también, pueden optar por la compra de créditos de carbono de reconocidos esquemas internacionales para la compensación de emisiones; los esquemas más reconocidos para compensar las emisiones de una organización, son: los Mecanismos de Desarrollo Limpio que son atestados por Naciones Unidas, o bien créditos de esquemas voluntarios como de proyectos cumpliendo con el Estándar Verificado de Carbono (VCS por sus siglas en inglés) y/o Gold Standard, que suelen ser muy transitados por las empresas climáticamente responsables.

Así es como se logra la Carbono Neutralidad y ser una organización eco-eficiente, ambientalmente responsable, visionaria y de bajas emisiones contaminantes en virtud de favorecer la descarbonización de las economías del mundo y luchas pragmáticamente contra la Crisis Climática.

La gran pregunta es si tu organización ya definió una línea de acción en este sentido, o si estás esperando que aparezca alguna ley o reglamento que te obligue a ser ambientalmente responsable.

Son tiempos para reflexionar y tomar acción, y donde la innovación juega un rol fundamental en esta transición de paradigmas. Debemos recordar que las acciones para contrarrestar la Crisis Climática deben ser inmediatas si queremos evitar al corto plazo un punto crítico sin retorno.

El cambio sistémico sucede cuando las pequeñas acciones dan lugar a grandes cambios.

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