Según los análisis y proyecciones del Centro Boliviano de Estudios Económicos de CAINCO (CEBEC), la economía boliviana es estable dentro de su gravedad, pero con favorables perspectivas de recuperación.

Bolivia terminaría el año con el crecimiento más bajo desde 2003 como resultado de la recesión latinoamericana y de los conflictos sociales y políticos. Las perspectivas económicas de expertos nacionales y organismos internacionales hace un año apuntaban a que el dinamismo económico en 2019 iba a estar en torno a 4%, similar a la dinámica observada desde 2016.
Sin embargo, la importante caída de los hidrocarburos de 20%, hicieron que las perspectivas se corrigieran inicialmente a la proyección a un entorno cercano a 3% y, posteriormente los conflictos después del fraude en las elecciones generales del 20 de octubre, que habrían implicado $us1.000 millones menos de actividad, permiten anticipar que el crecimiento se situará en torno a 2% este año.

La orientación económica marcada por un fuerte énfasis en el Estado ha llegado a su fin y debe corregirse. La participación estatal en la producción subió de 21% en 2005 a un máximo de 44% en 2014, tanto por la nacionalización de sectores estratégicos como por la incursión del sector público en varias actividades productivas.

No obstante, la baja inversión en exploración de hidrocarburos y la incursión en proyectos con rendimiento a largo plazo hizo que el PIB público se estanque en torno a los $us14 mil millones, pese a que la inversión pública subió de 7% del PIB en 2005 a 13% en los últimos años. Por su parte, el sector privado aumentó su contribución de $us17 a $us28 mil millones entre 2013 y 2018.

El desbalance fiscal se agudizó en 2019, lo cual adelanta la necesidad de rebalancear las cuentas públicas. Desde 2014 el sector público ha incurrido en recurrentes y cada vez más altos déficit fiscales explicados fundamentalmente por el alza de la inversión pública. Unido al hecho de la menor actividad por los conflictos políticos, es altamente probable que el desbalance fiscal sea el más alto en el presente siglo, cercano al 9% del PIB.

Por tanto, la moderación de los egresos públicos debe ser más pronunciada puesto que gradualmente las fuentes de financiamiento externo (más deuda pública o menos reservas internacionales) serán más costosas y menos accesibles. Para ello, es recomendable que exista una priorización de la inversión pública, así como un programa de austeridad estricto en el gasto corriente.

Como resultado del desbalance fiscal, el resultado externo también será uno de las más altos en lo que va del siglo. La caída de los ingresos externos desde 2015, al inicio como resultado de los menores precios de exportación, en especial de materias primas, y en estos años por la caída de las ventas (nominaciones) del gas natural, implicaron un déficit comercial continuo y también un desbalance externo o de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que podría estar en torno a 5% del PIB.

Estas presiones sostenidas de gasto agregado junto al menor ingreso recibido por la economía se han plasmado en una pérdida importante de la competitividad cambiaria, la cual sólo se podrá corregir a medida que disminuya la demanda agregada, en particular del sector público, y se plasmen formas de incrementar los ingresos de exportación mediante la diversificación de productos y mercados.

 

El sistema financiero se encuentra tensionado, puesto que la liquidez ha disminuido en lo que va del año. Una vez concretado el proceso de profundización financiera en el país, el cual se plasmó en un mayor ahorro de la población en las entidades financieras, y ante la inminencia de la desaceleración económica, las captaciones crecieron cada vez a tasas menores.

Por el lado de los créditos, éstos tuvieron un aumento importante en los últimos años en virtud de lo establecido en la Ley 393 de servicios financieros, que determina metas para el crédito productivo y de vivienda social. Sin embargo, en el último año se hizo evidente que el crecimiento de las colocaciones se hizo a costa de la liquidez del sistema financiero, lo cual generó tensiones en dicho ámbito.

Las perspectivas para 2020 apuntan a un crecimiento moderado consistente con el rebalanceo macroeconómico. Los altos déficit fiscal y externo de 2019 son insostenibles, razón por la cual deberán ajustarse hacia la baja tanto en el gasto corriente como en la priorización de la inversión pública.

Este proceso implicará menor dinamismo en 2020, que podría estar en torno a 2,5%, puede ser remontado si es que se acelera las medidas que podrían facilitar que se ejecuten cuanto antes proyectos privados de impacto, así como medidas que permitan mejorar la liquidez en el sistema y promover la dinámica sectorial y empresarial.

Existen desafíos técnicos que deberán ser enfrentados cuanto antes para remontar el dinamismo global y sectorial y resolver las debilidades estructurales del país. Al presente existe inquietud e incertidumbre sobre el estado de la economía boliviana. Para dilucidar esta interrogante, es importante que se encaren al menos dos tareas: i) una auditoría imparcial y objetiva a cada repartición del Estado; y, ii) un diagnóstico independiente de cada sector de la economía. Con estos dos elementos, se podrán tomar las medidas del caso con un enfoque técnico y objetivo, para lo cual se podría establecer un plazo razonable de tres meses.

Sobre esa base, se podrán discutir las políticas que sean relevantes para mejorar la productividad y la eficiencia. En este momento existe la percepción de que las elecciones serían llevadas a cabo en el mes de mayo. Por tanto, será importante conocer las propuestas económicas de los diferentes frentes que brinden mayor bienestar económico y social a la población boliviana, en especial aquellas que puedan solucionar los aspectos estructurales que inhiben la posibilidad de tener mayor crecimiento. Y el gobierno de transición deberá promover las condiciones para que el siguiente gobierno pueda implementar cuanto antes estas políticas.

 

La economía y sus retos de corto y largo plazo

A través de reuniones grupales con empresarios, CAINCO definió acciones de corto plazo para reactivar la economía del país, y de mediano y largo plazo para fortalecer la estabilidad macroeconómica, incrementar la productividad y generar una mejor institucionalidad.

Luego de 21 días de paro, la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (CAINCO) comenzó a recoger las demandas de sus empresas afiliadas. Reuniones grupales con más de 600 empresarios por sectores fueron decantando en acciones de corto plazo para reactivar la economía y de mediano y largo plazo para fortalecer la estabilidad macroeconómica, incrementar la productividad y generar una mejor institucionalidad para que las entidades estatales tengan un fuerte componente técnico que no sea supeditado a lo político.

Con esta valiosa información se definió una agenda con el objetivo de contribuir a que la economía del país, en franco proceso de desaceleración, no siga por esta senda y se puedan preservar las fuentes de empleo, brindando condiciones para que las empresas del sector privado desarrollen sus actividades en mejores condiciones.

De esta manera el presidente de CAINCO, Fernando Hurtado, acompañado del Gerente General, Daniel Velasco y ejecutivos de la Cámara, se reunió con la presidente del Estado de Bolivia, Jeanine Áñez y con los ministros de Economía y Finanzas Públicas, José Luis Parada, Planificación del Desarrollo, Carlos Díaz y el de Desarrollo Productivo y Economía Plural, Wilfredo Rojo.

El presidente de CAINCO Fernando Hurtado en reunión con Jeanine Áñez, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia

A la presidente Áñez se le entregó una misiva en la cual, entendiendo que el Gobierno de transición se quedará hasta mediados de año, se le sugirieron un conjunto de recomendaciones y de política pública en el ámbito económico y de negocios, pues además de la pacificación y el llamado a las nuevas elecciones nacionales que está encarando, de su gestión dependerá el curso que tome la economía en 2020.

Las medidas de corto plazo están concentradas en tres áreas importantes para el adecuado desenvolvimiento de la actividad económica. La primera es la estabilidad macroeconómica, la segunda es la reactivación sectorial y la tercera el apoyo empresarial, aspectos en los cuáles CAINCO se puso a disposición para explicar con mayor profundidad y apoyar en caso de que se decida avanzar en ese sentido.

A lo largo de las reuniones con los ministros del área económica también se indicó que la evolución económica de 2020 estará determinada por las decisiones económicas que se formulen en el Presupuesto General del Estado (PGE) 2020, así como por otras medidas de política pública que sean determinadas en estos meses de transición. Por su parte, al gobierno elegido en 2020 le corresponderá delinear la política económica del 2021 en adelante.

La agenda planteada es necesaria tomando en cuenta que el desempeño económico en 2019 implicará una tasa de crecimiento del PIB en torno a 2%, la más baja desde 2009, la cual se explica tanto en el mal entorno regional como en la menor actividad producto de los conflictos sociales y políticos.

De igual forma, conviene señalar que el panorama para 2020 es conservador puesto que la menor disponibilidad de recursos externos para fines de financiamiento fiscal y la necesidad de iniciar el ajuste en las cuentas fiscales y externas (rebalanceo macroeconómico), es compatible con menor dinamismo de la inversión pública. En tal sentido, la proyección base para el año siguiente se sitúa en torno a 2,5%, una perspectiva elaborada incluso antes de las elecciones del 20 de octubre.

No obstante, esta proyección es más bien el piso de crecimiento, puesto que puede ser reforzada por un mayor dinamismo de la actividad empresarial privada, para lo cual se requieren al menos tres líneas de acción:

  • Preservación de la estabilidad macroeconómica.- El alto déficit fiscal proyectado de 9% para 2019 y el déficit acumulado de balanza de pagos de 2,4% en el primer semestre del año implican alta vulnerabilidad macroeconómica e incluso financiera. Para ello, se requiere inyectar recursos externos a la economía, proveer liquidez al sistema financiero y mejorar la colocación de créditos.
  • Reactivación del aparato sectorial.- El crecimiento acumulado al primer semestre del año es de 3,1%, la cual refleja la reanudación de la desaceleración iniciada en 2013 con efectos en casi todos los sectores. Por tanto, se necesita impulsar los sectores con potencial exportable para generar divisas, hacer más eficiente la regulación sectorial para impulsar el dinamismo y otras iniciativas para mejorar la productividad.
  • Apoyo a la iniciativa empresarial.-  El país se encuentra en el puesto 150 en el ranking Haciendo Negocios (Doing Business) del Banco Mundial, por la dificultad de iniciar y operar una empresa. Cálculos de CEBEC señalan que el PIB del sector público se estancó en torno a $us14 mil millones en los últimos años, mientras que el del sector privado aumentó de $us17 mil millones a $us27 mil millones en similar periodo. Por tanto, se pueden establecer medidas administrativas que fomenten la iniciativa y emprendimiento privados.

 

Medidas a largo plazo

“Nos encontrábamos frente a un nuevo ciclo que requiere medidas y enfoques nuevos frente a señales de agotamiento que se manifiestan en el cierre de la economía con un crecimiento del 2% del PIB para este año, producto también de los acontecimientos políticos de finales del año, y una proyección de 2,5% del PIB para 2020”, indicó Fernando Hurtado, presidente de CAINCO.

Apuntó que es importante establecer una agenda para colocar las bases para un acuerdo por la productividad, fortalecer la institucionalidad y la estabilidad macroeconómica. “La productividad se generará reactivando el comercio y la industria y facilitando las condiciones para que los emprendimientos se formalicen”, remarcó.

En lo que respecta a la estabilidad macroeconómica dijo que es importante un rebalanceo, disminuyendo el déficit fiscal ajustando los gastos, sin tocar los sueldos del sector público, sino priorizando la inversión pública.

Sobre la institucionalidad fue enfático al resaltar que se precisa sentar las bases para que las entidades públicas tengan a personas idóneas a nivel técnico que no estén supeditadas a lealtades políticas.

Añadió que es fundamental una ofensiva nunca antes vista en favor del trabajo, para lo cual se deben dar condiciones al sector privado para invertir con certidumbre y generar fuentes de empleo de calidad y de largo plazo.

“El 2020 tenemos que hacer funcionar el motor más fino de la economía, el del sector privado, un motor que funcionaba a medias y que tiene la oportunidad de hacerlo en toda su capacidad para levantar la economía en favor de toda la familia boliviana”, finalizó.

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