La biotecnología es definida como el conjunto de técnicas, procesos y métodos que utilizan organismos vivos o sus partes para producir una amplia variedad de productos. Si analizamos esta definición podemos concluir que la biotecnología como tal no es nueva.

Productos como la cerveza, el vino, el queso y el pan, entre otros, son el resultado de la acción de los organismos vivos que han sido utilizados por el hombre para obtener estos productos durante siglos.

Sin embargo, lo que hoy conocemos como biotecnología moderna o transgénicos surgió en los años setenta y está relacionado con el uso de una serie de herramientas que en el conjunto se denominan ADN recombinante o ‘ingeniería genética’.

La ingeniería genética es la herramienta clave de la biotecnología moderna por medio de la cual se transfiere ADN de un organismo a otro.

La modificación de la información genética de microorganismos, plantas y animales ha permitido mejorar prácticas y productos agrícolas.

La evolución de la biotecnología moderna fue el resultado del avance en diferentes disciplinas del conocimiento (biología celular, microbiología, genética, estadística, informática bioquímica, ingeniería, entre otras) que sentaron las bases para su desarrollo y aplicación.

Con las herramientas, técnicas y metodologías de la biotecnología moderna como la interacción de big data, es posible producir nuevas variedades de plantas con mayor rapidez que antes, con características nutricionales mejoradas, tolerancia a condiciones adversas, resistencias a herbicidas específicos, control de plagas y mucho más.

La diferencia que aportan es que, hoy en día, el hombre no sólo sabe cómo usar las células u organismos que le ofrece la naturaleza, sino que ha aprendido a modificarlos y mejorarlos en función de sus necesidades.

Una de las empresas mundiales más jóvenes y avanzadas en biotecnología es IQ Biotech, una start up fundada en Miami por el español José Antonio de Cote.

Con las técnicas de la biotecnología moderna como la interacción de Big Data, es posible producir nuevas variedades de plantas con características nutricionales mejoradas, tolerancia a condiciones adversas, resistencias a herbicidas específicos, etc.

La compañía combina varias líneas de negocio con distintos ritmos de generación de caja, lo que le permite obtener unos ingresos recurrentes al tiempo que invierte en la que podría ser una de las grandes innovaciones en la industria de fertilizantes.

Un año y medio después de arrancar, IQ Biotech ha logrado cerrar contratos con grandes marcas de alimentación, producción agrícola, servicios veterinarios e incluso plantas ornamentales.

De Cote viajó a EEUU para montar la compañía, después de una incursión empresarial infructuosa en su país de origen. Con el foco en la obtención de cash flow inmediato lanzó un servicio veterinario que, aplicando biotecnología, es capaz de determinar el sexo de un ave en un plazo de 2 a 4 días.

El servicio está dirigido al mercado estadounidense de aves exóticas domésticas, que ronda los 20 millones de ejemplares. En particular, IQ Biotech comercializa esta solución a través de Internet, y ya está negociando un acuerdo con Petco, la principal cadena de mascotas de EEUU.

Además de perfiles genéticos, IQ Biotech ofrece un servicio de diagnóstico de infecciones y enfermedades, así como una línea de superalimentos para aves, desarrollados con proveedores de Bolivia a partir de su propia tecnología. Asimismo, colabora con el mayor productor de huevos de Guatemala.

En 2017, su primer año operativo, esta línea de negocio generó una facturación de 200.000 dólares. Pero donde probablemente existe mayor margen de crecimiento es en el negocio de fertilizantes. Más concretamente, bioestimulantes naturales.

Jose Antonio de Cote que ha estado en Santa Cruz comentó a E&D:  “Queremos hacer ver al agricultor que puede incrementar su producción con productos naturales”. En Bolivia, donde la compañía ha firmado un contrato con “uno de los productores más importantes de soja”, la producción por hectárea se elevó de 2-2,4 toneladas a 2,7-2,8 toneladas. “Hay 200.000 euros de diferencia frente a la producción empleando bioestimulantes de la competencia”. Tras la experiencia de Bolivia, IQ Biotech ha firmado un acuerdo con Los Grobo (Grupo Agrofina), un conglomerado argentino líder mundial en producción de soja. En México, De Cote asegura que el empleo de sus fertilizantes orgánicos naturales consigue una producción de pepinos un 17% superior. La start up también suministra sus productos a las plantaciones de maní de Nicaragua, con “importantes aumentos del rendimiento”.

Los bioestimulantes tienen otras múltiples aplicaciones. Así, por ejemplo, la compañía tiene como cliente al productor de plantas ornamentales Costa Farms, en Florida, y a Driscoll’s, la mayor marca mundial de frutos rojos, con sede en California. Dricoll’s, en particular, aplica el inductor de floración IQ10 a sus plantaciones de fresas, que comercializa en supermercados de todo el país.

De Cote no olvida a sus primeros socios: la Universidad de Miami -de hecho, uno de sus laboratorios está enclavado en el propio campus de la universidad- y la empresa Acornseekers, con la que cerró su primer contrato.

IQ Biotech forma parte de IQ Engineering Group, propietario del 80% del capital. De Cote mantiene el 20% restante. Para 2018, la compañía estima que la facturación supere el millón de dólares, con un resultado neto positivo y una cartera de unos 2.000 clientes. Y ahora aterriza en Bolivia.

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