- Autor : Solange Sardán Matijaševic´– Investigadora en Desarrollo Social y Políticas Públicas
Estudiantes que están decidiendo qué carrera estudiar y profesionales que enfrentan el miedo de volverse trabajadores obsoletos podrían preguntarse: ¿Debería cambiar mi formación o adaptarme a las demandas del mercado laboral del futuro? Esta cuestión, más relevante que nunca, nos invita a analizar cómo las tecnologías emergentes afectan el empleo y qué habilidades serán esenciales para prosperar.
Existe una percepción extendida de que la irrupción de nuevas tecnologías, como la automatización y la inteligencia artificial, destruirá empleos. Pero, ¿es esto realmente cierto? La respuesta, como suele suceder en temas complejos, no es un simple sí o no. Veamos lo que dice la literatura al respecto.
El dilema de la tecnología: ¿destrucción o creación de empleos?
La evidencia muestra que los avances tecnológicos, como la automatización y la inteligencia artificial, han transformado los mercados laborales de formas complejas y a menudo contradictorias. Por un lado, estas tecnologías han desplazado empleos, especialmente aquellos de baja calificación o con tareas rutinarias, afectando a sectores como la manufactura y los servicios administrativos. Sin embargo, por otro lado, han creado nuevas oportunidades laborales en áreas como la economía verde, la analítica de datos y la ingeniería avanzada, donde se requieren habilidades más específicas y técnicas (Tiwari, 2023; Kerstin Hotte et al., 2022).
Un fenómeno recurrente es que los trabajadores desplazados por la tecnología suelen reubicarse en otros sectores, aunque esta transición no siempre resulta favorable. En muchos casos, los nuevos empleos ofrecen menores salarios o exigen una recalificación que no todos los trabajadores pueden alcanzar rápidamente, lo que lleva a una degradación de las calificaciones laborales (Cuccu & Royuela, 2024; Gibbs & Bazylik, 2022). Este efecto contribuye a una «polarización del empleo» o «efecto de vaciado», donde los empleos de habilidades intermedias se reducen mientras crecen tanto los roles de alta calificación como aquellos de menor especialización. Esto, a su vez, incrementa la desigualdad salarial y genera tensiones en el mercado laboral (Rumberger, 1984; Gibbs & Bazylik, 2022).
A pesar de los desafíos, el crecimiento de la productividad impulsado por la tecnología tiene el potencial de estimular la economía. Al aumentar el ingreso disponible, las innovaciones tecnológicas pueden generar una mayor demanda de bienes y servicios, lo que a su vez expande las oportunidades de empleo (Kerstin Hotte et al., 2022). Sin embargo, aprovechar este potencial depende de políticas efectivas que promuevan la recalificación y el aprendizaje continuo para adaptarse a las nuevas demandas laborales (Karangutkar, 2023; Mitchell & Brynjolfsson, 2017).
América Latina presenta un caso particular. En países como Argentina, Brasil y México, la creciente penetración de robots ha estado asociada con un aumento del desempleo, la informalidad y la desigualdad, afectando especialmente a los trabajadores de habilidades intermedias, mientras que los hombres parecen estar más expuestos a estos riesgos que las mujeres (Brambilla et al., 2023). Además, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han transformado significativamente los mercados laborales de la región. Si bien estas tecnologías han desplazado empleos de habilidades intermedias, también han impulsado sectores de servicios avanzados, destacando la importancia de adaptarse a roles de mayor calificación (Garcia-Murillo, 2017; Hofman et al., 2016).
Por otro lado, en algunos países de la región, las estrategias de innovación, particularmente las que incluyen esfuerzos tecnológicos internos, han demostrado ser efectivas para generar empleo, especialmente en industrias de alta tecnología (Crespi & Zúñiga, 2012). Sin embargo, estas oportunidades no siempre están distribuidas de manera equitativa. Las mujeres, por ejemplo, enfrentan mayores riesgos de desplazamiento laboral debido a la automatización y una menor participación en tareas vinculadas a habilidades del futuro, como STEM (Bustelo et al., 2020).
El futuro en movimiento: lecciones de los reportes del WEF
El análisis de los reportes The Future of Jobs de 2020 y 2025 revela una evolución en las dinámicas del mercado laboral global que resalta tanto el impacto transformador de la tecnología como la creciente complejidad de los desafíos económicos y sociales. Aunque ambos reportes comparten un marco conceptual similar sobre los efectos de las tecnologías emergentes, las proyecciones y hallazgos muestran importantes diferencias que reflejan el contexto cambiante de los últimos cinco años.
Creación y destrucción de empleos: ajustes en las expectativas
En 2020, el reporte preveía una transformación netamente positiva del empleo para 2025, con la creación de 97 millones de empleos y la desaparición de 85 millones, lo que representaba un saldo neto de 12 millones de nuevos puestos de trabajo. Estas cifras estaban basadas en la aceleración de la automatización, la adopción de tecnologías como la inteligencia artificial y la robótica, y el auge de sectores relacionados con la economía verde. Los trabajos relacionados con datos, inteligencia artificial, energías renovables y salud figuraban como los principales motores del crecimiento.
El reporte de 2025 confirma que estas tendencias generales se han mantenido, pero con un matiz menos optimista. Se proyecta un crecimiento neto de 78 millones de empleos para 2030, lo que supone una corrección a la baja de las expectativas iniciales. Este ajuste refleja la influencia de factores imprevistos en 2020, como el impacto prolongado de la pandemia, el aumento del costo de vida, la fragmentación geoeconómica y las tensiones climáticas, que han ralentizado la recuperación económica en muchas regiones. Aunque sectores como el tecnológico y el energético siguen liderando la creación de empleos, los ritmos de transición hacia estas nuevas oportunidades laborales han sido más lentos de lo anticipado.
En términos de destrucción de empleos, ambos reportes destacan el declive de roles administrativos y rutinarios, como los de cajeros, trabajadores de entrada de datos y secretarios ejecutivos. Sin embargo, el reporte de 2025 enfatiza que esta tendencia ha sido más pronunciada de lo previsto, con un desplazamiento acelerado debido a avances en automatización y herramientas digitales más accesibles, como la inteligencia artificial generativa.
Cambios en habilidades: una evolución más matizada
En cuanto a las habilidades demandadas, el reporte de 2020 ya anticipaba una disrupción significativa, con un 44% de las competencias laborales transformándose en un plazo de cinco años. La resiliencia, el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la capacidad de aprendizaje activo se posicionaban como competencias clave para los trabajadores. Estas habilidades eran consideradas esenciales no solo para adaptarse a la automatización, sino también para navegar en entornos laborales cada vez más complejos e interconectados.
El reporte de 2025 confirma la relevancia de estas habilidades, pero introduce nuevos matices en su análisis. La «inestabilidad de habilidades» ha disminuido ligeramente al 39%, un reflejo de los avances en programas de reskilling y upskilling implementados por muchas empresas. Sin embargo, persisten importantes brechas de habilidades en sectores clave como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y las tecnologías relacionadas con la transición energética. La alfabetización tecnológica, junto con habilidades humanas como la creatividad y la empatía, se consolidan como pilares para el futuro del trabajo.
América Latina y el Caribe ejemplifican estos desafíos de forma clara. En 2020, el reporte destacaba el potencial de la región para integrarse en cadenas globales de valor mediante la adopción de tecnologías digitales. Sin embargo, el reporte de 2025 refleja que este progreso ha sido desigual. Mientras que algunas economías han avanzado en la capacitación de su fuerza laboral en habilidades tecnológicas, otras enfrentan barreras estructurales, como brechas educativas y desigualdades en el acceso a oportunidades de formación.
Reflexión final
El análisis de la literatura y los reportes del World Economic Forum evidencia que el impacto de la tecnología en los mercados laborales es dinámico, complejo y multifacético. Aunque las tecnologías emergentes generan tanto desafíos como oportunidades, queda claro que el futuro del trabajo no está predeterminado, sino que depende de las decisiones que tomemos como sociedad para adaptarnos a estos cambios.
La comparación entre los reportes de 2020 y 2025 deja una lección clara: la tecnología sigue siendo un motor tanto de creación como de destrucción de empleos, pero su impacto no ocurre en un vacío. Factores económicos, sociales y políticos han modulado estas dinámicas, subrayando la importancia de políticas activas para gestionar la transición laboral. En este contexto, la inversión en educación y formación sigue siendo el factor diferenciador entre las economías que logran aprovechar las oportunidades de la transformación tecnológica y aquellas que se quedan atrás.
Como economista con experiencia en mercados laborales, mi perspectiva es que el tipo de formación o profesión que una persona elija es importante, pero no es lo más relevante en el contexto actual. La clave para prosperar en un mercado laboral en constante transformación radica en la capacidad de adquirir habilidades blandas, como el pensamiento crítico, la empatía y la comunicación efectiva, y en desarrollar la habilidad de aprender a aprender. La resiliencia y la flexibilidad se convierten en competencias esenciales para adaptarse a nuevas demandas, transiciones y desafíos.
En última instancia, la tecnología no define nuestro destino laboral. Somos nosotros, con nuestras capacidades y preparación, quienes moldeamos cómo interactuamos con estas herramientas. Apostar por el aprendizaje continuo y la adaptabilidad no solo nos prepara para enfrentar el cambio, sino que nos posiciona como protagonistas activos en el diseño de un futuro laboral más inclusivo, dinámico y lleno de posibilidades.