En su intervención durante el Foro Estabilidad, Productividad e Institucionalidad, Fernando Hurtado, presidente de CAINCO, explicó su visión del rol de la empresa en la ruta del desarrollo del país. A continuación, compartimos sus palabras durante ese importante evento que marcó la ruta para “La Bolivia que queremos”.

Es fundamental reiterar una premisa básica: En Bolivia nos encontramos ante un nuevo escenario económico, político y social. En los buenos años del súper-ciclo, donde hubo crecimiento macroeconómico destacable a nivel sudamericano, el anterior Gobierno recibió una gran cantidad de recursos. Sin embargo, partir del 2015, los ingresos del Estado empezaron a caer, pero también porque se terminó un ciclo en la conducción económica del Estado.

Estamos conscientes de que hubo mejoras en lo social, pero que podrían haber sido mayores con un adecuado uso de los recursos públicos. Tenemos actualmente una clase media más grande pero también más vulnerable y a la cual debemos proteger. Si no lo hacemos, las mejoras sociales podrían revertirse: la pobreza volvería a aumentar, la clase media emergente se reduciría, el desempleo crecería y la desigualdad incrementará.

Debemos tener presente, que debido al permanente déficit fiscal desde 2014 y el aumento de la deuda pública, es más difícil que el Gobierno cuente con los recursos para mantener la inversión pública en los niveles anteriores, que en su momento llegaron al 15% del PIB.

Además, entendemos que el sector público no cuenta con las capacidades de gestión suficientes para invertir en emprendimientos productivos por una deteriorada institucionalidad y la ausencia de gobernanza adecuada en las empresas públicas.

A pesar de la intención del anterior gobierno de cambiar la matriz productiva, las políticas económicas privilegiaron el crecimiento del consumo, pero no lograron dinamizar las inversiones privadas. De esta manera, no se observó esta transformación. En consecuencia, seguimos siendo un país de cultura commodity y prisioneros del extractivismo.

Las políticas implícitas de incentivar el consumo privado han llegado a su límite, tanto por el aumento de los ingresos de los hogares a través de una política laboral desproporcionada como por un tipo de cambio apreciado, ambas insostenibles.

Fernando Hurtado, presidente de CAINCO

Permítanme hacer una analogía de la economía con un avión de 4 motores donde cada motor es un componente importante del PIB. podríamos decir que, desde hace años, algunos de los motores han ido perdiendo potencia, mientras que uno en particular tendría la potencialidad de aumentarlo:

Motor 1:
La contribución externa no muestra perspectivas alentadoras en el corto plazo. Tenemos una América Latina en recesión y en estancamiento. Tenemos un mundo que muestra una “tenue estabilización y lenta recuperación” por las renovadas visiones proteccionistas de diversos países. También se da por barreras ideológicas en el país que han impedido aprovechar las oportunidades de diversificación de mercados y de productos.

Motor 2:
El gasto e inversión de la Administración Pública está sobredimensionado y encuentra ahora cada vez mayores restricciones por el déficit fiscal y los topes de la deuda. El impulsar el crecimiento desde este motor tiene límites.

Motor 3:
El consumo de los hogares muestra una tendencia descendente porque no existen las fuentes de ingreso que tuvimos en el pasado y eso limita de forma estructural un crecimiento sostenible de la demanda privada.

Motor 4:
La inversión privada: Por cada punto porcentual de crecimiento se requiere hasta 5% del PIB de inversión. Por tanto, para crecer al 4%, se necesitaría de una tasa de inversión de al menos 20% del PIB. Es altamente probable que la inversión pública se convierta en la “variable de ajuste” en un escenario de normalización del gasto fiscal y tiende a descender ante las crecientes restricciones de financiamiento. La disminución de la inversión pública va a tener que ser compensada por la inversión privada nacional y extranjera, que se debe constituir en el “motor de crecimiento” de los próximos años.

Entonces, vuelvo a preguntar ¿qué se hace cuando el Estado ya no tiene los suficientes recursos para estimular la demanda interna y la dinámica del consumo deja de ser el motor de crecimiento?

Esta situación nos obliga a diseñar una nueva configuración de las fuentes potenciales de crecimiento y por eso hoy, estamos aquí.

Aquí llegamos a una conclusión importante. El motor más fino y menos usado en los últimos años y que será el motor de crecimiento en un futuro inmediato es el de la inversión privada.

Planteamos producir un aluvión de inversión privada para evitar que se prolongue el ciclo descendente y más bien generar un vigoroso impulso, un nuevo ciclo de crecimiento que nos traerá más y mejores empleos en beneficio de todos los bolivianos.

La realidad nos muestra que el sector productivo se encuentra debilitado

  • por las múltiples cargas tributarias y regulatorias;
  • un escenario de baja inflación que roza la deflación en varios rubros;
  • por el aumento de los costos y gastos con una política laboral desproporcionada que resulta en márgenes deprimidos.

Para lograr que el motor de mayor capacidad, el de la inversión privada despliegue su potencia, necesitamos “Estabilidad”

Y no me refiero solo a la Estabilidad Macroeconómica, me refiero también a la Estabilidad en los Enfoques de las Políticas Públicas. Sin reglas claras y duraderas, no podremos desplegar un aluvión de inversiones.

Las tres tareas que tenemos para crear condiciones estables son:

Primero, la inversión privada debe ser reconocida como el principal motor de crecimiento

Planteamos un nuevo enfoque del Gobierno hacia el sector privado …

  • que se refleje en un discurso más equilibrado de la política;
  • la formulación de política económica con mecanismos de consulta más efectivos;
  • la creación de condiciones jurídicas y regulatorias que den certidumbre y seguridad para los inversionistas.

Ante la holgura que tuvimos de recursos públicos, las políticas públicas del pasado no dieron un rol importante al sector privado. Todo lo contrario, aumentaron las cargas a la inversión privada, no la incentivaron.

Segundo, debemos readecuar el orden económico.

En el período de altos ingresos fiscales, el anterior Gobierno se atribuyó el rol de ser el principal inversor de la economía boliviana y de querer ser el “jugador número 10”.

El orden económico impuesto por el anterior Gobierno y vigente hasta ahora plantea un rol importante a empresas públicas, que deberían coexistir con las privadas.

Estas empresas públicas tenían que jugar un rol en la inversión, en la generación de excedentes para las transferencias y de ser “reguladores” en sus respectivos rubros, cosa que no hicieron.

Para este fin, el Banco Central fue financiador de grandes proyectos de inversión estatal. Por otro lado, en varios rubros las empresas estatales se han constituido como competidores en condiciones de privilegio en desmedro de las empresas privadas.

Es importante y urgente que se eliminen situaciones de competencia desleal de las empresas públicas con las empresas privadas.

Para los casos en que una empresa pública deba existir para corregir fallas del mercado, planteamos nuevos formatos de asociación y alianzas público – privado.

Estas deben asegurar que no se malgasten los recursos de los contribuyentes en proyectos no sostenibles. Debemos proveer nuevas fórmulas de asociación público-privado, que aseguren la eficiencia y sostenibilidad necesarias.

Tercero, planteamos un nuevo enfoque de las Políticas Públicas que permitan crear un entorno de negocios propicio para la inversión privada, sea esta nacional o extranjera directa.

El nuevo enfoque debe comenzar con la eliminación de las barreras existentes para la inversión privada. En varios sectores vemos una sobre regulación que dificulta a emprendedores y empresarios en su diario quehacer.

Paradójicamente, durante los últimos años las condiciones dadas para las iniciativas de negocio en Bolivia han sido más favorable para los emprendimientos informales que para las inversiones formales.

El informe Doing Business del Banco Mundial, da cuenta que Bolivia ocupa los últimos puestos. Esta evaluación considera aspectos como el ranking correspondiente al pago de impuestos, entre otros. Esta dificultad para la actividad empresarial formal ratifica que las regulaciones no facilitan la apertura ni las actividades de las empresas.

Mientras los ingresos de los emprendimientos privados crecen cada vez menos, llevan también una carga cada vez mayor de gastos laborales como efecto de los aumentos salariales por encima de la productividad.

En los últimos años, los costos y gastos de las empresas que provienen de variables externas como ser los tributarios, regulatorios y laborales han crecido más que sus ingresos.

Como los emprendimientos privados no pueden traspasar los aumentos de sus costos y gastos al precio, sus márgenes se estancan y las menores utilidades resultan en una menor capacidad de inversión y esta se traduce en una menor creación de empleo.

Debemos cambiar nuestra mentalidad y entender que ya no estamos viviendo épocas de “vacas gordas” donde podíamos darnos el lujo de una “expansión sin productividad”.

La productividad se convierte en el factor esencial tanto para la competitividad de nuestra economía como para la salud financiera de cada empresa.

Dentro de este cambio de mentalidad, cada empresa necesita poner delante de todo a la eficiencia operacional y productividad.

Para ello es necesario seguir invirtiendo en:

  • Educación de nuestro capital humano.
  • Investigación y Desarrollo para aprovechar las tecnologías emergentes.
  • Incentivo a la Demanda
  • Apoyo a la formalización empresarial

Como dice un documento fundacional de nuestra historia cruceña, el memorándum de 1904, “No pedimos que nos traigan el progreso, nosotros lo obtendremos con nuestros esfuerzos.”

Con este espíritu, miremos y escuchemos a los sectores, a los rubros, a todos aquellos héroes que se esfuerzan día a día para dar empleo a cientos de miles de personas. El aluvión de inversión privada es posible con Estabilidad, con Institucionalidad y con Productividad.

Hay un campeonato que ya se agotó, que ya terminó:

Para este nuevo campeonato que ahora empieza, necesitamos jugadores NUEVOS, con nuevas cualidades.

  • Ánimo
  • Fuerza
  • Capacidad de jugar en contragolpe
  • Y no dejar que metan más goles en contra

Aquí, en esta sala, están cientos de esos jugadores Estos jugadores requieren árbitros imparciales y una cancha nivelada.

Para ello entendemos lo que está en juego y nos ponemos a disposición para marcar una hoja de ruta en materia económica sin barreras ideológicas y así, juntos, paso a paso, vayamos construyendo futuro en la perspectiva de edificar aquella “Bolivia que queremos”.

Espacio publicitario